La experiencia de flotar en el aire

No soy yo una de esas personas que se encuentran cómodas a largas distancias del suelo, quizás mi vértigo no derive tanto de la altura y sí de mi "cualidad como patoso" a la hora de mantenerme "a salvo" a mí y a mis cosas; pero he disfrutado como un niño pequeño a la hora de montar en globo.

Y para ello tuvimos que madrugar, porque justo al amanecer es cuando se reúnen las mejores condiciones atmosféricas para sobrevolar los cielos de Extremadura. Nosotros lo hicimos con la empresa local Extremadura en globo que además de programar vuelos sobre las ciudades de Mérida, Badajoz o Cáceres, se adapta a las peticiones de cada cliente y prepara experiencias de globos cautivos para todo tipo de eventos.



Adquirimos dos tickets regalos que tienen validez durante un año y en el momento que quisimos volar nos pusimos en contacto con la empresa para ver las opciones que teníamos. Pocos días después ahí estábamos en un descampado de Mérida ayudando al tripulante para poner en marcha todo mientras que sol se asomaba por el horizonte. Éramos seis pasajeros los que nos disponíamos a disfrutar de una experiencia que comenzó a volar a los pocos minutos. Y eso que tienes que tener en cuenta las condiciones climatológicas de la atmósfera y que se puede hasta cancelar el vuelo minutos antes cuando el tripulante lanza un globo de helio para comprobar como actúa. Nosotros tuvimos suerte a la primera; unos amigos tuvieron que suspender el vuelo hasta en tres ocasiones.

El globo no tardó en tomar altura a medida que la vela recibía el calor que le propulsaba el quemador cada vez que lo accionaba el tripulante, José Miguel se llamaba, una persona encantadora. Una vez en el aire, solo nos quedaba dejarnos llevar por el viento con la suerte que tuvimos de sobrevolar la ciudad de Mérida. Fue increíble ver desde las alturas el teatro y anfiteatro romano o el paso del Río Guadiana por la ciudad, sentirte parte de algo que es mucho más grande de lo que somos.

El globo se movía muy lentamente y tienes la sensación de flotar en el aire por lo que no existe vértigo alguno porque constantemente te estás moviendo y esta sensación se reduce. En el aire, José Miguel aprovechaba para realizar con la GoPro fotografías que después nos pasaría para guardarlas de recuerdo. 



La hora que estuvimos en el aire nos llevó a disfrutar de las zonas de regadío cercanas a Mérida, así como del transcurso del Guadiana dirección Badajoz. En una de estás, José Miguel propició una bajada de altura para que nos viéramos reflejados en un agua que casi llegábamos a tocar antes de volver a ganar metros. Y como el Globo aerostático tiene permiso para aterrizar en cualquier parte, nosotros lo hicimos en una finca cercana al municipio de La Garrovilla. José Miguel nos dijo que nos agacháramos a la hora de tomar suelo y pensando que sufriríamos cierto impacto, sin darnos cuenta ya nos habíamos bajado de la cesta y puestos manos a la obra para recoger la vela y demás artilugios.

La experiencia finalizó con un brindis con cava, una degustación de productos de la tierra y entrega de diplomas por el bautismo aéreo como manda la tradición desde que en 1783 los hermanos franceses Montgolfier hicieran la primera demostración en público de un globo aerostático. 









Comentarios